“Tenemos 15 años de estar organizadas en la defensa y lucha de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales. El trabajo sexual es una opción, pudiendo haber sido limpiadoras, cocineras, pero adoptamos eso por decisión propia”, explicó Lucy Esquivel, fundadora y directora de la Asociación Unidas en La Esperanza, en contacto con La Unión.
Comentó que la asociación La Esperanza nuclea a 4.350 trabajadoras sexuales, de las cuales 14 de ellas militan todos los días dentro la organización.
Recordó que ya habían tenido una victoria legal cuando quedó habilitado su trabajo en la ciudad de Asunción, bajo la asesoría jurídica de la abogada Mirta “Michi” Moragas, quien nuevamente las está asistiendo ahora con la propuesta de regulación de su labor y el reconocimiento de sus derechos ante el Congreso Nacional.
Lamentó que hasta hoy día exista un estigma hacia las trabajadoras sexuales, resaltando que en nuestro país la prostitución es una actividad lícita y, justamente por esa razón, van en busca del reconocimiento de ese trabajo. Sobre el punto, aclaró que es el proxenetismo lo que está penado, pero que es algo totalmente diferente.