La del sábado ha sido la quinta jornada de protestas desde que circulara un vídeo grabado por una transeúnte en la que un agente de policía, identificado como Derek Chauvin, apretaba con su rodilla contra el cuello a Floyd, de raza negra, durante más de ocho minutos. La víctima estaba esposada, tumbada boca abajo y sujetada por otros dos agentes. “No puedo respirar”, dijo varias veces, pero Chauvin siguió asfixiándole, incluso cuando quedó inconsciente.
La detención y la presentación de cargos contra el policía (asesinato en tercer grado y homicidio imprudente) del pasado viernes no ha calmado los ánimos, ni en Minneapolis ni en el resto del país.
En el escenario de la tragedia, un ejército de miembros de la Guardia Nacional y de la policía local inundó las calles de la ciudad. El gobernador del estado, Tim Walz, aseguró que los disturbios violentos se debía a grupos organizados, mayoritariamente llegados de fuera, y el presidente de EE.UU., Donald Trump, culpó a “antifas” (grupos antifascistas radicales) y la “extrema izquierda” del caos.
Aunque se volvieron a registrar incidentes, incendios y destrozos, la abundante presencia policial pareció calmar la situación en Minneapolis en las primeras horas de la madrugada del domingo, después de varias noches en las que algunas calles de la ciudad se convirtieran en un escenario de guerra.
La violencia, sin embargo, volvió a esparcirse por todo EE.UU. Decenas de ciudades declararon el toque de queda -en un número que no se recordara desde el asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968-, mientras que once estados y la capital, Washington, requirieron el despliegue de la Guardia Nacional.
Eso no evitó una plaga de disturbios, incluso con víctimas mortales, como el joven que murió en uno de los tiroteos registrados en Indianapolis (Indiana), en medio de las protestas. En la mayoría de las ciudades, la violencia se intensificó respecto a días anteriores. En Nueva York hubo incidentes de punta a punta de la ciudad, desde Harlem a Brooklyn, e incluso en la puerta de la Torre Trump, el edificio donde tenía sus oficinas y residencia el presidente de EE.UU., en la Quinta Avenida. Los disturbios más graves fueron en Brooklyn, donde ardieron coches de policía y donde dos todoterreno de las fuerzas del orden embistieron a la multitud que les rodeaba, golpeaba y tiraba objetos.
En Washington, los manifestantes volvieron a cercar la Casa Blanca, después de que Trump les amenazara por Twitter y animara a la celebración de contramanifestaciones. Se produjeron multitud de detenciones después de que un grupo de participantes atravesara una de las barreras de protección.
Los saqueos de negocios, que asolaron Minneapolis los primeros días de protestas, se reprodujeron en ciudades como Philadelphia o Chicago, donde también ardieron coches y edificios.
Los disturbios, que se registraron en casi 50 ciudades del país, enturbiaron las protestas pacíficas que se multiplicaron durante el día, con exigencias de reformas en los cuerpos policiales y gestos simbólicos, como la simulación de los casi nueve minutos que Floyd permaneció tumbado contra el suelo mientras Chauvin le asfixiaba.
Con información de abc.es.