Brasil tuvo 41.635 asesinatos en 2019, una reducción de 19% en el número de víctimas. Se trata del menor número de crímenes desde 2007, cuando comenzó la base de datos del Forum Brasileño de Seguridad Pública junto con G1.
“EN NUESTRO GOBIERNO CAEN LOS HOMICIDIOS, LA VIOLENCIA Y LAS FALACIAS”, escribió en mayúsculas un exultante Bolsonaro en su cuenta de Twitter al compartir la noticia periodística.
Bolsonaro adoptó el combate a la violencia y la criminalidad como uno de los ejes de la campaña que lo llevó a la presidencia en la elección de 2018. Con un discurso vehemente y propuestas más agresivas contra el crimen, el excapitán del ejército sedujo a buena parte de la población brasileña, harta de convivir con niveles de violencia acuciantes en el último tiempo.
En 2016, el año más letal del que se tenga registro, Brasil alcanzó los 59.842 homicidios.
“Nuestro gobierno extiende un fuerte abrazo a todos los agentes de seguridad del país. Brasil sigue caminando en el rumbo correcto”, dijo Bolsonaro.
Expertos en seguridad no creen que un mayor patrullaje ostensivo o la adopción de tácticas violentas conduzcan a mejoras en los indicadores de seguridad y violencia. Ofrecen diferentes explicaciones sobre la reducción de crímenes: estrategias de seguridad adoptadas por cada estado, reducción de disputas territoriales entre bandas de traficantes, cambios demográficos, transferencia de criminales a prisiones federales y una mejora de la actividad económica.
El discurso duro contra la criminalidad ha ganado fuerza en la política brasileña en el último tiempo.
Junto con la elección de más expolicías y exmilitares que discursan fuerte contra los criminales en asambleas legislativas y en el Congreso, los ciudadanos de Río de Janeiro y de Sao Paulo eligieron en 2018 gobernadores que prometieron “tolerancia cero” contra el crimen.
En los estados de Río y Amapá, por caso, el balance sobre la reducción de la violencia es controversial. Mientras el número total de homicidios en el estado cayó, las policías estaduales aumentaron considerablemente su letalidad.
En Amapá, región norte de Brasil, las muertes crecieron más de 100% en relación con el año anterior, y 125 personas murieron a manos de la policía. Río, a su vez, tuvo en 2019 el registro de mayor cantidad de muertes de su serie histórica–cinco personas cada día– desde 1998.
Organizaciones civiles y de derechos humanos de Río han cuestionado la “mano dura” del gobernador Wilson Witzel, quien ha prometido que su policía disparará a “la cabecita” de traficantes que caminen armados en las favelas.
Con información de The Associated Press.