Sosa Díaz dijo no haber conocido a Marabel hasta antes de la noche en la que se iba a realizar una fiesta, a la cual había acompañado a su hermana, Araceli Sosa Díaz, también investigada por el caso.
Señaló que estuvo encerrado con el principal sospechoso en la misma celda durante los primeros tres días de reclusión, afirmando que en ese tiempo “no pude entrar a hacer mis necesidades, ni comí por el temor que le tenía”. “Yo estaba durmiendo a la madrugada, y él de repente gritaba. Me asustaba y me quedaba en una esquina porque le tenía miedo”, expresó en comunicación con La Unión.
Ante esta realidad, indicó que su padre tuvo que pagar a los celadores del penal para que lo cambien de celda.
De todas maneras, dijo que durante los tres meses en los que estuvo en prisión sufrió. “Sufrí mucho, además de maltrato verbal, maltrato físico y psicológico también”, dijo Sosa, lamentando que por lo que quedó detenido ahora “lastimosamente para la sociedad soy un asesino, un mitã jukaha, como me decían los celadores”.
Finalmente, agradeció al personal de recursos humanos del restaurante trabajaba hasta el día en que fue detenido, ya que afirmó que lo retomarán en su puesto laboral.
Por su parte, el abogado de Marcelo Sosa Díaz, Néstor Candia, explicó que la liberación se produjo tras un pedido de modificación de calificación del delito, solicitud consistente en cambiar la carátula de la imputación de homicidio doloso en grado de complicidad a omisión de dar aviso a la autoridad sobre un hecho punible, teniendo en cuenta que para el primer señalamiento no ha habido pruebas.
El letrado explicó que había pedido esa calificación de su imputación como estrategia jurídica, con el objetivo de que la acusación sea menos gravosa, pueda salir en libertad y posteriormente plantear el sobreseimiento definitivo de la causa.
El joven seguirá ligado al caso y estará con libertad ambulatoria.