TRUMP: el líder esperado

Ganó Donald Trump y no podría alegarse que este encontronazo de los norteamericanos con la insensatez, se deba a un Tribunal Electoral como el nuestro, propenso al derroche; o que sus miembros tienen los hilos mentales atados a la dirigencia partidaria. El magnate norteamericano ganó porque tiene el “perfil” que demanda la “Democracia de las redes”. En la que alternamos con todos y con nadie al mismo tiempo. Donde podemos manifestar nuestras broncas, recelos, complejos, apetencias sexuales y hasta nuestras ocultas simpatías hacia nazis o racistas, sin ningún pudor. Ámbito en el que consagramos las claves de nuestros gustos o temores, nuestro sentido de la responsabilidad y una clara indisposición ante el rigor; nuestra aversión a las reglas y a las normas de convivencia.

Después de los fenómenos tercer mundistas, orientales, árabes o latinoamericanos, que tuvieron y tienen líderes de la misma hornada sin importar la “ideología” a la que se hayan adherido para ganar sus respectivas elecciones, ahora le tocó el turno a Estados Unidos. En la circunstancia, la cosa se pinta de un color más oscuro porque de improviso, una persona irascible, inestable, ignorante y económicamente exitosa; en consecuencia soberbia, estará al alcance de pulsar el botón que desate la próxima guerra nuclear. Y el hecho alarma como nunca, porque Mr. Trump tendrá enfrente a interlocutores de la misma catadura moral y con las mismas posibilidades armamentísticas.

Lo del botón será el extremo del peligro. Porque el fosforescente líder de la “nueva ola” política, no ha dudado en violar mujeres (y presumir de ello), manifestar su elaborado racismo, su menosprecio al diferente y sugerir una serie de acciones que cambiarán ligeramente la doctrina Monroe. La que pasará a ser a partir de Trump:  “El mundo para los (norte)americanos”.

 

Una persona como el ahora presidente electo de USA, apela a la estridencia y a la agresión, lejos del aplomo y mesura de una persona educada y con conocimientos. El detalle es que esa forma de relacionamiento no terminará con la conquista del poder. Aunque algunos exaltaron la mesura de su discurso cuando fue consagrado ganador en las recientes elecciones, la actitud forma parte de la “generosidad” que el poder consiente. Se dice que Adriano, emperador de Roma entre el 117 y 138 de la era cristiana, le dijo a un antiguo adversario: “Acércate … no tienes nada que temer. Ahora ya soy Emperador”. Pero  el “capo” romano honraba sus palabras. Veremos cuánto tendremos que esperar con Trump para que nos haga saber que gobierna el mundo.

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