¿Quién es el asesino de los 17 estudiantes en Florida?

Detrás del asesino confeso de 17 adolescentes y adultos en el tiroteo del instituto Marjory Sotenman Douglas de Parkland (sureste de Florida) el pasado miércoles, hay una historia de triple desgracia que puede explicar (no justificar) la conducta del joven. Nikolas Cruz, de 19 años, y su hermano biológico Zachary, perdieron a sus padres de pequeños y fueron adoptados por una familia, los Cruz. El padre adoptivo murió de un ataque al corazón cuatro años atrás y la madre, Lynda, falleció el noviembre pasado por una neumonía. Los hermanos se quedaron huérfanos por segunda vez y fueron a parar a casa de unos amigos de la familia.

Si bien esta última pérdida podría haber influido en las fatales acciones de Nikolas Cruz, no fue esto lo que definió su personalidad. La madre adoptiva ya había tenido problemas con los chicos: una vez incluso llamó a la policía para darles una lección. El joven había estado en tratamiento psiquiátrico durante un tiempo pero desde hacía un año ya no iba; alardeaba en el mismo instituto y en las redes sociales de poseer armas o de querer matar a animales y supuestamente tenía vínculos con el grupo República de Florida (ROF), un grupo conocido por sus convicciones supremacistas, según confirmó su líder Jordan Jareb, aunque la policía lo niega.

Infeliz de vivir con la familia amiga de su madre tras la muerte de ésta, el joven pidió mudarse con la familia de un amigo en el noroeste de Broward, algo a lo que ellos accedieron y allí se instaló en torno al Día de Acción de Gracias (28 de noviembre).

Según el abogado de Cruz, Jim Lewis, la nueva familia sabía que el chico era dueño del rifle AR-15 con el que abrió fuego contra decenas de alumnos y profesores del instituto de Parkland matando a 17 personas e hiriendo a otras 14, cinco de las cuales de gravedad. Pero los padres del amigo obligaron al recién llegado a guardar el arma en un armario cerrado con llave y dicen que nunca lo vieron ir a un campo de tiro con ella, pero Cruz tenía la llave.

 

Fuente: La Vanguardia.

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