Más de cuatro décadas sin el ‘Paraguayo de Oro’

Con abuelos paternos italianos, en marzo de 1915 nacía en Asunción el que escribiría una página dorada en el fútbol guaraní y argentino. Su nombre; Arsenio Erico, el paraguayo de oro, el saltarín rojo, y poseedor de otros sobrenombres que elogiaban su estilo de juego.

A la corta edad de 15 años, un joven Erico haría su debut en primera división, con la camiseta de Nacional en Paraguay. Dos años más tarde estallaría la Guerra del Chaco y, como no tenía edad para ser enrolado en el ejército, formó parte de una selección especial de la Cruz Roja, que disputaría varios amistosos para recaudar fondos que serían destinados a los soldados.

Fue en esos amistosos, en el vecino país, que se interesarían en él River Plate e Independiente de Avellaneda, siendo estos últimos los que lograrían hacerle firmar un contrato profesional. Pero había un problema, el talentoso debía servir al país como soldado, aunque fuera por un corto periodo de tiempo. Los argentinos consiguieron un permiso especial del Ministerio de Defensa paraguayo y así, Arsenio pudo comenzar una brillante carrera futbolística.

Con los rojos debutaría en mayo de 1934, ante Boca Juniors, sin marcar goles. Tenía 19 años en ese entonces y, en el próximo partido, ante Chacarita Juniors, lograría la primera de sus casi 300 anotaciones.

El Saltarín RojoEl Hombre de GomaEl Paraguayo de OroEl Hombre de MimbreEl MagoEl AviadorEl Duende RojoEl Diablo SaltarínEl Rey del GolMister GolEl Hombre de PlásticoEl VirtuosoEl Semidiós, El Trampolín, serían los tantos pintorescos apodos que le lloverían mientras jugaba con Independiente.

Luego de pasar un par de años marginado por lesiones, en 1937 desencadenaría todo su potencial; 48 goles en un sólo año (jugando 34 partidos), cifra que le significó ser el máximo goleador en un torneo largo. Al año siguiente marcaría 43 tantos y le daría a Independiente el primer título en su etapa profesional. En 1939 conseguirían el bicampeonato, con 41 anotaciones más del delantero.

Los expertos ubicaban al Independiente de 1938/39 entre los mejores equipos de la historia, junto al Real Madrid de Di Stefano y el Brasil de Pelé.

Apropósito de Di Stefano, el mismo recordaba a Erico como el mejor futbolista al que haya visto jugar. En reiteradas ocasiones, el argentino-español no escatimó recursos para elogiar al paraguayo de oro.

En 1942, Arsenio Erico no lograría entendimientos con los nuevos dirigentes del club de Avellaneda. Por lo que se marcha a Paraguay para saldar una deuda; fue campeón con Nacional, la institución que lo vio nacer. En ese año, Independiente recibiría ofertas por él, desde River Plate y San Lorenzo de Almagro, pero en los rojos primó el amor por su ídolo, a quien no querían verlo jugando con la camiseta de un potencial rival.

En 1943 retornaría a Argentina, a jugar con su club, hasta 1946. Para el año siguiente, Independiente vendería el pase de un desgastado y lesionado Erico a Huracán, donde llegó a disputar 7 partidos sin marcar goles, antes de despedirse de ese país.

Después de tanto tiempo, Arsenio Erico sigue siendo el máximo goleador en la historia del fútbol argentino.

Sobre esto hay cierta controversia; pues en principio se le otorgaban 293 goles, uno más que a Ángel Labruna, a quien finalmente se le reconoció un gol más en el 2008, quedando ambos en empate. Un historiador cuenta en su libro “Alma Roja III” que el paraguayo alcanzó 295 tantos. Si bien la AFA nunca actualizó las cifras de Erico, en el 2013, en su revista oficial, se mencionan las 295 anotaciones del Saltarín Rojo.

Tras romper vínculos con Huracán, jugaría dos años más, nuevamente en Nacional, antes de retirarse profesionalmente en 1949.

En 197o, Erico asistiría a su propio homenaje, en el Defensores del Chaco, un partido entre Argentina y Paraguay. Dio una vuelta por el campo de juego, siendo ovacionado por la afición que había copado el estadio.

En 1977, el ídolo guaraní sufre complicaciones en su pierna izquierda, que le tuvo que ser amputada. Cuando parecía recuperarse, un paro cardíaco le significó la muerte, un 23 de julio como hoy. Al día siguiente, los dos equipos que pujaron por sus servicios 4 décadas atrás, Independiente y River se enfrentaban en un partido; la multitud coreó, algunos entre lágrimas: “¡se siente, se siente, Erico está presente…!”.

En el año 2010 se concreta la repatriación de sus restos a Paraguay. El féretro tuvo incontables paradas y homenajes en Argentina, y fue recibido por miles de personas en la frontera entre Posadas (Argentina) y Encarnación. Ya en territorio paraguayo, también fue homenajeado en varios sitios, hasta que el ataúd fue finalmente hasta su última morada; un mausoleo especialmente construido, en el interior del estadio Defensores del Chaco.

La cancha del club Nacional actualmente lleva su nombre. A lo largo de su carrera, sumando los goles que consiguió con el elenco tricolor, el paraguayo suma más de 300 conquistas.

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