La revolución de Tite, el entrenador que devolvió a Brasil a la cima

En un Brasil en días complejos -con el presidente Michel Temer con una aceptación de apenas el 10,3% de la población- el equipo nacional de fútbol aparece como un espacio feliz entre tantas novedades incómodas para su gente. Hay un personaje central en la cuestión: se llama Adenor Leonardo Bacchi, pero todos lo conocen como Tite. A los 55 años, este ex mediocampista defensivo de equipos menores de su país aceptó el mayor desafío de su exitosa carrera como entrenador. Tras la Copa América traumática para Brasil, Tite se hizo cargo de un seleccionado en problemas. Desde entonces, no paró de ganar.

Los números de su ciclo breve son impecable: ocho jugados (siete por Eliminatorias y un amistoso), ocho victorias, 22 goles a favor, dos en contra. No hay casualidad en el entusiasmo de los medios brasileños que hablan de “Revolución Tite”. La tabla del recorrido previo a Rusia es elocuente: la Canarinha se cortó sola en lo más alto. Suma 30 puntos, siete más que su principal perseguidor, Uruguay (su vencido en la última fecha, 4-1 en el Centenario) y 10 más que el que juega por ahora el repechaje con el preclasificado de Oceanía, Ecuador.

Pero no solamente es cuestión de números, Brasil juega muy bien. Luce convencido de su plan, inclusive más allá de ser local o visitante. Es un equipo que juega a proponer, pero sin regalarse. Es sólido y ofensivo. Sabe darle contenido colectivo a la jerarquía de sus individualidades. “Brasil tiene mucho que mejorar y sufrir”, dice con frecuencia el entrenador del 100% de rendimiento.
La Selección de Brasil, invicta en las Eliminatorias Sudamericanas bajo las órdenes de Tite.

En el 4-3-3 (fácilmente transformable en 4-1-4-1, el esquema preferido de Tite), con tres mediocampistas luchadores y jugadores (Paulinho, autor de un triplete ante Uruguay; Casemiro y Renato Augusto) equilibra a un equipo que sabe aprovechar espacios y errores ajenos. Tiene, además, un Neymar en plena explosión. Lo volvió a demostrar ante Uruguay, como en los momentos fundamentales del Barcelona en esta temporada. Explicó en días recientes el crack del gigante catalán: “La gran diferencia es la confianza del equipo. Crecimos mucho con Tite. El se merece un gran reconocimiento por su trabajo: nos devolvió nuestro ADN”.

Pero a Tite no le simpatizan los elogios ni la desmesura. Entiende que le quitan de vista el foco: siempre el próximo partido (en este caso, el martes frente a Paraguay, de local, en São Paulo). Dijo, ante tantos adjetivos dulces: “Me niego a considerar esta noche como un partido histórico, pero admito que el rendimiento y el resultado fueron mejores de lo que imaginaba”. Y para que nadie saque los pies de la tierra, avisó: “No creo que Brasil esté listo aún para la Copa del Mundo”. Por lo pronto, luce preparado para ganar todo lo que juega…

Tite, el creador de la revolución en la Selección brasileña. / Foto: AP.

Existe otra cuestión relevante en el notable crecimiento de esta Selección de Brasil. El periodista Marcio Porto, del diario Lance, explica: “Tite es un gran administrador de grupo. Los jugadores se sienten muy a gusto con su forma de trabajo. Y así los logra convencer. Armó un Brasil muy organizado en el que cada uno conoce su función y se siente cómodo con ella. La claridad de Tite se traslada al campo de juego”. La consecuencia es un deseo que comienza a latir en el horizonte cercano: Rusia 2018, a paso de gigante.

Con información de Clarín.

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