El partido de béisbol que acercó a Cuba y Estados Unidos

La visita de los Orioles de Baltimore a La Habana en marzo de 1999 fue la primera de un equipo profesional de las Grandes Ligas del béisbol estadounidense a Cuba después de cuatro décadas de hostilidades.

Fue una derrota que nos dolió

Enrique Díaz

Sabíamos la gran importancia política que eso tenía, porque era la unión de Estados Unidos con Cuba“, recordó Enrique Díaz, una de las estrellas del béisbol cubano, “pero lo primordial era el partido. Ese hecho creo que marcó mi carrera deportiva, el haber participado allí”.

Fidel Castro estuvo presente en el estadio Latinoamericano.

Aquel encuentro, impulsado por el expresidente Bill Clinton como parte de su iniciativa para facilitar las comunicaciones entre Washington y La Habana, es percibido como el primer paso que logró dar la llamada “diplomacia del béisbol”, una etapa más en las complejas relaciones entre los dos países.

Relaciones que en el último año han mejorado mucho más de lo que alguien habría previsto hace poco tiempo, como lo prueba la inminente visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a La Habana.

El mandatario asistirá a un duelo entre los Mantarrayas de Tampa Bay y la selección cubana de béisbol, con lo que emulará la presencia de Fidel Castro en el mismo escenario hace 27 años.

“Tuvimos la oportunidad de reunirnos con el comandante Fidel y él nos explicó toda la problemática que tenía este encuentro”, aseguró Enrique Díaz, refiriéndose al partido de los Orioles en 1999.

Pese al apoyo local, Cuba perdió 3-2 en 11 entradas.

El beisbolista hizo referencia a las diferencias que hubo entre los dos países sobre cómo se utilizarían los beneficios recaudados por los juegos, tanto en La Habana como el partido que se disputaría meses después en Baltimore.

El comandante nos comentó que había estado en los partidos de preparación. Que él sabía que estábamos bien preparados, que él sabía que podíamos ganar y que nos daba fuerza para la victoria”.

Carnaval

El día fue una fiesta.

Para los cubanos se trataba de un partido en el que estaba en juego el orgullo de todo un país.

En un ambiente de carnaval, ambas novenas saltaron al terreno de juego, se escuchó el himno nacional y la bandera de ambos países ondearon en el Estadio Latinoamericano.

“El estadio estuvo repleto, que eso nos ayudó mucho, pero físicamente estaban bastante fuertes. La única diferencia que teníamos es que a ellos les pagaban y a nosotros no“.

Los Orioles se adelantaron con dos carreras en la segunda entrada, pero Cuba logró igualar el marcador al anotar en la parte baja del séptimo y del octavo.

Nos aplaudían con las buenas jugadas, aunque nosotros, como un pueblo conocedor del buen béisbol, también aplaudimos cuando ellos hacían buenas jugadas“.

El partido se extendió a extrainnings donde Baltimore logró una cerrada victoria 3-2.

“Fue una derrota que nos dolió”.

El 3 de mayo se jugó la revancha en suelo estadounidense, partido que estuvo cargado de un alto componente político.

Díaz, quien habló con el programa Witness de la BBC, recordó que hubo mucho respeto entre los jugadores.

“Después del partido nos encontramos con ellos en el Palacio de la Revolución. Nos hicieron varios obsequios de zapatillas, guantes y la impresión que me dio es que tenían curiosidad de jugar con los peloteros cubanos. Lo mismo fue para mí”.

Revancha

Para el partido jugado en Baltimore, Cuba viajó con una delegación de 300 personas, incluido un equipo formado por niños.

“Luego fuimos a Baltimore con la ansia, la esperanza de ganar el partido ya que nos habíamos preparado para eso. Ese día fue especial y jugamos un bueno béisbol. El resultado fue con un amplio margen”.

La victoria cubana, 12-6, reflejó la calidad de jugadores que hay en la isla, peloteros que históricamente han sido pretendidos por las escuadras de las Grandes Ligas.

Cuba triunfó de manera contundente, lo que fue calificado en La Habana como un triunfo de la revolución.

Es posible que a raíz del acercamiento entre los dos países, que quedará marcado con la primera visita de un presidente estadounidense a La Habana desde 1928, sea más factible que los beisbolista cubanos puedan jugar en la ligas mayores sin necesidad de desertar, como ya lo hacen profesionalmente en otros países como Japón.

Una oportunidad que no pudo tener Díaz, pero de la cual se siente un poco partícipe.

Nosotros también aportamos un granito de arena para lograr, que a través del deporte que es tan sano, la unión de dos pueblos”, le dijo a la BBC.

“Me parece que fue una antesala de todo lo que está viniendo ahora de las relaciones de nosotros con Estados Unidos. Eso fue un anticipo sin saberlo”.

 

 

Fuente: BBCmundo

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