El antes y después de Chernóbil: así está la ciudad de la planta nuclear 32 años después del accidente

Pripyat fue una ciudad utópica dentro de la antigua Unión Soviética. Construida junto a la Central Nuclear de Chernóbil, contaba con todos los lujos modernos que el gobierno soviético podía ofrecer, y sus tiendas no se vaciaron ni en las épocas más duras. Sin embargo, su destino cambió para siempre el 26 de abril de 1986, llevándose la peor parte del que está considerado el peor accidente de la historia de la energía nuclear.

Ahora veremos el antes y el después de esta ciudad ucraniana gracias a las imágenes del proyecto Forgottenisland.net. Empezó como una web que mostraba lugares abandonados, pero que se ha convertido en un portal casi enteramente dedicado a documentar cómo es Pripyat a día de hoy, 32 años después del desastre nuclear.

El responsable de este proyecto es Kamil, un fotógrafo polaco que lleva 15 años viviendo en un pequeño pueblo de Escocia. Sin embargo él creció en Polonia, un país vecino de Ucrania, por lo que lleva desde niño oyendo hablar del accidente de Chernóbil, lo que ha hecho crecer en él una fascinación y el interés por tratar de mostrar cómo ha cambiado la zona con el paso de los años.

Pripyat y Chernobyl antes y después del accidente

El recorrido empieza en el centro de la ciudad de Pripyat, en la que hace unas décadas era una de sus grandes avenidas con arbustos bien podados y calles en perfecto estado. Hoy, el lugar ha sido invadido por unos árboles que han empezado a levantar el pavimento, dándole al lugar un aspecto desolado. Como si el ser humano hubiera estado lejos más tiempo del que realmente ha estado.

 

Muy cerca tenemos el Palacio de la Cultura ‘Energetik’. Está ubicado en el centro de la ciudad, en la plaza Lenin, con su icónica noria situada en la parte trasera del edificio. Estos Palacios de Cultura fueron centros comunitarios establecidos durante la era soviética. El nombre Energetik tiene dos significados, ya que puede referirse tanto a “enérgico” como a “trabajador de planta de energía”.

 

En esta fotografía también podemos ver el Palacio de la Cultura Energetik de Pripyat, pero en ella se refleja de una manera mucho más dura la manera en la que ha cambiado la ciudad desde que quedó abandonada tras el accidente de Chernóbil. Antes, en esta plaza y frente al Palacio de Cultura se reunían jóvenes y niños en todo tipo de celebraciones, algo que es poco probable que vuelva a pasar en las próximas décadas.

 

El parque de atracciones de Pripyat nunca llegó a inaugurarse. Su puesta en marcha estaba prevista para el 1 de mayo de 1986 coincidiendo con el Día del Trabajador, pero el 26 de abril estalló el reactor 4 de la Central nuclear de Chernóbil. Esta coincidencia ha hecho del parque en general y de su noria en particular uno de los mayores símbolos del triste destino de esta ciudad.

 

El Restaurante de la Plaza Principal de Pripyat era el único de la ciudad, por lo que puedes imaginar que para quienes subían y bajaban por estas escaleras era un día especial. Hoy, sin embargo, las paredes han empezado a deteriorarse, y junto a las escaleras han nacido infinidad de árboles que hace tres décadas ni siquiera estaban ahí.

 

El Hotel Polissya e uno de los edificio más altos de Pripyat, y uno de los símbolos del desastre nuclear. Fue construido en 1975 para alojar a las delegaciones de la Unión Soviética y los huéspedes que quisieran visitar la Central Nuclear, por lo que su abandono es el recordatorio eterno de que ya nadie se acerca a ella.

 

Las calles de al lado del hotel estaban perfectamente cuidadas, y de fondo se podían ver alguno de los otros grandes edificios de la ciudad. Ahora, en contrapartida, lo único que vemos son los árboles del bosque que está creciendo en medio de la ciudad.

 

En esta foto vemos lo que queda de la piscina ‘Lazurny’ de Pripyar, que siguió abierta durante años después del accidente de Chernobyl al convertirse en una zona en la que los liquidadores trataban de relajarse y socializar después del trabajo. Ahora ya hace muchos años que nadie la utiliza, y ha sido engullida por los árboles.

 

En sus días de esplendor, la piscina era un lugar pulcro, luminoso y espacioso. Ahora es un edificio en ruinas con los cristales rotos, las paredes levantadas y los techos caídos. No queda agua, y aunque quedase dudo mucho que nadie quisiera seguir bañándose en ella.

 

Las tiendas en Pripyat estaban entre las mejores de la Unión Soviética, e incluso en los años de más necesidad los empleados de la industria nuclear nunca necesitaron hacer colas. Una muestra de este poderío estaba en el arte que las rodeaban, unos bellos mosaicos que han sido engullidos por la naturaleza, pero que nos siguen recordando que estamos en las ruinas de la que fuera una ciudad utópica.

 

También tenemos el supermercado Univermag en la calle Druzhby Narodod, aunque puede que si hoy decides visitarlo te cueste verlo. Y es que las que antaño fueron unas calles perfectamente cuidadas por las que los compradores paseaban cada día, hoy es prácticamente un bosque.

 

 

Abandonada en medio de los árboles nos encontramos la que hace unas décadas era la estación de autobuses de Pripyat. Como puedes imaginar, hoy ya no quedan ni autobuses ni ninguna persona que los espere, aunque el edificio sigue estando con su estructura perfectamente reconocible.

 

El Café Portuario de Pripyat era un lugar perfectamente cuidado, y con un bonito jardín frente a él que hoy ha desaparecido. También vemos que a su alrededor, como casi en todos los edificios de la ciudad, han crecido varios árboles que amenazan con sepultarlo.

 

Y si hay un café portuario es porque al lado tenemos el Puerto de Pripyat, que antaño era una zona perfecta para pasear y disfrutar de una bonita tarde. Hoy sin embargo es casi un campo de minas en el que podemos encontrarnos con algunas embarcaciones y maquinarias abandonadas y muy radiactivas.

 

Hasta el desastre de abril de 1986, el cine Prometheus de Pripyat era uno de los lugares más populares de la ciudad para reunirse y tener una tarde de ocio viendo películas o disfrutando de su cafetería interior. Hoy su bonita entrada sigue haciendo de recordatorio de lo efímero que puede ser nuestro estilo de vida.

 

Y acabamos con el monumento “Friendship of the Nations”, situado en la calle con el mismo nombre. A su lado había grandes apartamentos y cuidadas calles, y ahora sólo quedan árboles creciendo a sus anchas entre el monumento y los edificios.

 

Con información de Xataka.

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