Brasil: tensión, violencia y un país paralizado en la primera huelga general contra Michel Temer

Members of Brazil's Homeless Workers' Movement (MTST) are seen in front of a burning barricade during a protest against President Michel Temer's proposal to reform Brazil's social security system in the early hours of a general strike in Brasilia, Brazil, April 28, 2017. REUTERS/Ueslei Marcelino

La primera huelga general en dos décadas paralizó hoy a Brasil, con algunos focos de violencia, en rechazo al gobierno del presidente Michel Temer y sus propuestas de reforma laboral y del sistema jubilatorio, en una reacción que se apoya en la escasa popularidad del mandatario.

El gobierno calificó la movilización nacional como un “fracaso” porque argumentó que estuvo apoyada en el piquete de rutas y avenidas, lo cual impidió el uso del transporte público, al tiempo que hubo represión de la policía a bloqueos de calles en São Paulo, Río de Janeiro y Goiânia.

En São Paulo se reportaron 13 detenidos, mientras que en Río de Janeiro manifestantes violentos que no participaban de las columnas sindicales bloquearon las calles del centro frente a la Asamblea Legislativa e hicieron barricadas con fuego, al tiempo que fueron reprimidos con gases lacrimógenos y camiones hidrantes.

Foto: EFE.

Los principales sindicatos del país, metalúrgicos, bancarios, transportes, empleados públicos, docentes y petroleros fueron los que protagonizaron la primera huelga general desde 1996, convocados por las nueve centrales sindicales, incluidas las oficialistas.

La protesta fue más allá que el ya clásico y desgastado “Fuera Temer”, debido a que incluyó a sectores directamente afectados por las reformas, como los pequeños comerciantes, los docentes de la red privada y colegios religiosos y el respaldo de gran parte de los obispos de la conferencia episcopal brasileña.

La agenda de reformas de Temer fue repudiada el mismo día en el cual el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE, oficial) divulgó que el índice de desocupación subió hasta el 13,7% en el primer trimestre, afectando a 14,2 millones de personas, 3,1 millones más comparado con el mismo período del año pasado.

El ministro de Justicia, Osmar Serraglio, dijo que fue un “fracaso” la huelga porque se basó en el transporte. Pero el principal portavoz del gobierno resultó ser el alcalde de São Paulo, el empresario João Doria, quien calificó de “vagos” y “perezosos” a quienes se adhirieron al paro nacional.

Doria es un presidenciable del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que hoy fue a trabajar en helicóptero al palacio municipal y que no pudo hacer un acuerdo con Uber para que llevara sin costo a trabajar a los empleados municipales.

“El que hace paro es vago, perezoso, duerme hasta tarde. Yo me levanto temprano”, dijo Doria.

El ministro Serraglio dijo que la reforma laboral que tiene media sanción en la cámara baja “desespera” a las centrales sindicales porque elimina la contribución obligatoria de los empleados a sus gremios.

El presidente de la Central Unica de Trabajadores, Vagner Freitas, dijo que la huelga pudo ser la más importante desde la de 1989. “En esa época hubo 35 millones de personas que adhirieron, hoy ciertamente son muchos más”, dijo Freitas al sitio de la revista Carta Capital.

Foto: Reuters.

Todas las grandes ciudades del país tuvieron un movimiento parecido a los de los domingos, aunque sin transporte público.

El ex presidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva, fundador de la CUT, calificó como un “éxito total” la huelga general. “Es una satisfacción saber que el pueblo está tomando conciencia. La gente se quedó en casa porque no quiere que le quiten los derechos. El movimiento sindical y el pueblo están haciendo historia porque adhirieron las amas de casa, el trabajador y el pequeño comerciante”, dijo Lula a la radio Brasil Actual.

El ex presidente, que demostró su intención de ser candidato el próximo año, posibilidad que puede truncarse por los cinco procesamientos que tiene en su contra en la Operación Lava Jato, dijo que estas reformas “destruyen derechos sin mejorar la calidad de vida”.

La Iglesia Católica brasileña, mediante un centenar de obispos, adhirió con la entidad que agrupa a parte de las iglesias evangelistas a las protestas, en el marco de las críticas realizadas en una carta del papa Francisco a las soluciones propuestas por el gobierno para la crisis.

Desde temprano, los bloqueos de carreteras en San Pablo fueron realizados con la quema de neumáticos: en el centro de la ciudad hubo 16 detenidos por cortar la estratégica Avenida Sao Joao, en medio de una represión policial que había sido anunciada por el gobernador Geraldo Alckmin, un aliado de Temer y precandidato presidencial.

La falta de trenes, metro y autobuses paralizó a la mayor ciudad del país y otras 24 capitales de estados.

Miembro de los “Sem teto” arrojando una tabla de madera sobre la barricada de fuego hecha en una avenida de Río de Janeiro. / Foto: Reuters.

En Brasilia, Temer movlizó a la policía militar para proteger los edificios públicos frente a la manifestación en la capital. Las huelga con movilizaciones más el cese del transporte tuvo éxito en grandes capitales como Porto Alegre, Belo Horizonte, Recife, Bahía, Fortaleza y Manaos. En las ciudades menores hubo paro en el comercio minorista.

En Río de Janeiro, el transporte comenzó a funcionar al mediodía, pero fue fuerte el impacto entre los empleados públicos y los petroleros, que fueron los que a la hora cero comenzaron la protesta.

Por la tarde, hubo enfrentamientos en Río de Janeiro entre manifestantes y policías del batallón de choque, mientras en San Pablo se preparaba un repudio a Temer en manifestaciones en la Avenida Paulista y la plaza Largo da Batata.

La protesta llega cuando Temer tiene el piso de su aprobación pero mantiene el control en el Congreso: una encuesta de Ipsos otorgó el 4% de apoyo a la gestión de Temer y el 87% de rechazo a su figura, la segunda peor del país entre los políticos, detrás del detenido por corrupcion Eduardo Cunha, su aliado, que encabezó el impeachment contra Dilma Rousseff.

Las reforma de Temer están en un momento clave: la Cámara de Diputados dio media sanción a la ley laboral que modifica la normativa de 1943 y deja en manos de los empleados y no de los sindicatos la negociación salarial, además de reducir las obligaciones patronales en el vínculo de empleo y evitar la justicia laboral.

La votación en el Senado de la reforma laboral podrá demostrar el alcance de la huelga. Es por eso que el gobierno retiró cargos a los aliados de diputados que habían votado contra la reforma y eran considerados de la base oficialista.

El sistema de pensiones deberá ser modificado vía enmienda constitucional: el asunto está en comisión y debe ser votado en mayo.

Es la más controvertida de las propuestas porque aumenta, en promedio, de 30 a 40 años lo necesario para aportar para tener la jubilación completa.

Con información de lanacion.com.ar.

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