5 secretos para ser feliz, según Harvard

La felicidad es uno de los estados anímicos más discutidos en nuestra especie. Mientras todos coincidimos en que queremos ser felices, cada uno aplica su propia receta para alcanzar dicha meta. Incluso existen diferencias en el propio concepto de felicidad, puesto que lo que para unos es una meta, para otros es un camino. Lo cierto es que este anhelo siempre ha sido carne de cañón para todo tipo de motivadores y escritores varios que basan sus enseñanzas en frases inspiradoras de dudosa base científica.

Pero, ¿qué dice la ciencia? El profesor de la Universidad de Harvard y autor del libro ‘La búsqueda de la felicidad: Por qué no serás feliz hasta que dejes de perseguir la perfección’ (Alienta), Tal Ben-Shahar, ha comentado algunas de sus impresiones en ‘Business Insider’. Estas son las conclusiones que se desgranan de las palabras del autor.

1. Necesitamos placer y darle un significado
El profesor Ben-Shahar defiende, que, en efecto, necesitamos placer en nuestra vida, pero este solo constituye la mitad de la receta, la otra mitad parte de marcarnos propósitos y metas. Hasta ahí todo parece claro, pero ¿qué objetivos debemos marcarnos? Lo más habitual es pensar en conseguir el mejor expediente académico, comprarnos una casa más grande, adquirir el último modelo de un móvil, etc. Sin embargo, consigamos o no dichos propósitos, es posible que nos generen una incómoda sensación de vacío. Esta carencia se debe a que son metas marcadas por agentes ajenos a nosotros, como la imagen o las expectativas sociales.

Evidentemente no podemos alejarnos por completo de la sociedad y, por supuesto, existen aspectos tangibles que son básicos para nuestra felicidad. Uno de ellos es el trabajo, pero en nuestra escala de intereses quizá deberíamos dar más peso a sentirnos a gusto en nuestro entorno laboral, sentirnos valorados, que nuestro esfuerzo tiene un impacto, etc. Estos detalles no tienen que ver con el largo plazo, sino con el transcurso del día a día.

2. Tutorizar nuestros días
Revisar la bandeja de entrada y responder al correo, ir a trabajar, llevar a nuestros hijos a actividades extraescolares, etc. Si en algo estamos de acuerdo es que la falta de tiempo es un auténtico problema, pero también es cierto que lo perdemos en tonterías. El día son 24 horas y debemos aprovecharlas al máximo. A veces merece la pena parar por un momento y apuntar a qué dedicamos cada rato de nuestros días, a qué enfocamos nuestros esfuerzos y, finalmente, evaluar si vamos por el camino correcto. No todo debe ser ni trabajo, ni esfuerzo, ni placer; pero es básico que sepamos lo que nos causa malestar y lo que nos resulta agradable.

Este proceso, indica Ben-Shahar, se conoce como indagación apreciativa y sirve para aprovechar todo nuestro potencial. Es necesario que nos preguntemos si están funcionando nuestras dinámicas y si va bien nuestro día a día. De esta manera, sabremos cómo potenciar al máximo los buenos momentos y minimizar, dentro de lo posible, aquello que nos genera malestar.

3. Evitar sufrir para disfrutar
Un pensamiento que ha calado muy hondo en nuestra mentalidad es que es el trabajo duro el que trae las mayores satisfacciones. En parte puede ser verdad, cuando nos esforzamos y un trabajo da sus frutos la satisfacción es plena, pero el transcurso también tiene su importancia y si este es doloroso, quizá no merezca tanto la pena.

El esfuerzo no es sinónimo de dolor. Es preferible ir marcándose objetivos medios, en vez de uno tremendamente alejado que convierta el proceso en una especie de odisea con una meta casi inalcanzable. Como símil para explicar este pensamiento, Ben-Shahar compara el ahogarse con hacer el amor. En ambos casos uno acaba cansado y exhausto, pero en el primero todo es sufrimiento, mientras que al practicar sexo se disfruta, además del final, también del proceso.

4. No pensar en los juicios del resto
Qué peligroso es ‘el qué dirán’. Dedicamos demasiado tiempo a pensar qué opinarán propios y extraños sobre nosotros y nos esforzamos en tratar de impresionar al resto con tareas y gestos que no nos hacen sentir cómodos. Para ello, Ben-Shahar propone una dinámica que todos conocemos, pero nadie lleva a cabo: preguntarnos qué haríamos si no nos viera nadie. Al margen de las excentricidades anecdóticas que todos querríamos experimentar, la realidad es que de esta manera nos atreveríamos a actuar de forma más auténtica, sin buscar el visto bueno del resto. Evidentemente esta dinámica es una exageración, puesto que es normal que nos afecte lo que piensen nuestros seres más queridos, pero estos árboles no deben impedirnos ver el bosque que hay detrás.

5. Seguir hábitos
Los argumentos en contra todos los conocemos: “Mi vida será más aburrida y cuadriculada”, “me gusta tener la posibilidad de dar un cambio cuando quiera”, etc. Sin embargo, seguir unos hábitos no significa que cada segundo de nuestra existencia vaya a estar programado, sino que crearemos una serie de rituales que seguir cada día. Como es lógico, estos deben ser saludables y positivos para nosotros. Nada bueno traerá que convirtamos en tradición el bebernos una botella de whisky cada día. En cambio, ser agradecidos, disfrutar del tiempo con nuestros amigos (en persona, no por Facebook o WhatsApp), meditar o hacer deporte nos ayudarán a desconectar de las obligaciones, oxigenar nuestra cabeza y tener momentos de calma y gozo todos los días.

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